Luisito Spandonari me acercó de su frondoso archivo personal, esta nota de un gran Presidente de este querido club -El Sr. Joaquín Rocca Rivarola- del que muchos aprendimos “cuál fue y es” la esencia y el espíritu que generó una institución como la nuestra. Para todos los socios nuevos y no tanto, por Francisco ColomboPienso que cuando se escribe, se transmiten ideas que son particularmente valiosas cuando son atemporales y me pareció oportuno publicarlas dirigida a todos los que no conocieron la historia y las ideas fundacionales que permitieron a este enorme club llegar a los 112 años, rescatando una frase que sintetiza muchas cosas y debe ser entendida –“ Sres ... Este no es un club cualquiera ….”
El Recuerdo, por Joaquín Rocca Rivarola
Desde el fondo mismo del ayer,en medio de las tinieblas de un pasado que se fue,y como tal no tiene retorno,aparecen imágenes pletóricas de luz,enriquecidas de color,y acompañadas por música de sueños.
Es el recuerdo.
Cuando así el aparece,cuando no encuentra ámbito el olvido,es porque ese recuerdo está conformado por multitudes de valiosos aconteceres,por epopeyas de gigantes morales,con dimensión de grandezas y función de modelos para los tiempos por venir.
Es porque los hombres que generaron el recuerdo,sus arquitectos invisibles,dieron con sus vidas,sutilmente las formas y proyecciones para qué, los turnos de reemplazo, tuvieran a su disposición semillas, fuerzas, ideas y motivaciones, como para estar en condiciones de continuar la obra.
Ese recuerdo es razón suficiente, y justa causa, para vibrar de emoción al conjuro de estos años transcurridos.
Tiene , como decíamos luz propia, como las estrellas titilantes y eternas.
Las páginas de la historia que los relata, están enriquecidas por tanta generosa entrega; por la fácil vocación al desprendimiento personal; por la capacidad genuina para andar por caminos ásperos y difíciles, esos que conducen a las grandes realizaciones; por la superlativa creatividad en la acción de futuro; por la esclarecida inteligencia de sus actores; y por la legítima pasión puesta al servicio de la demanda.
Son, esas páginas un compendio precioso de virtudes.
Tienen ese grato regusto que deja la autenticidad moral.
El de las cosas que se hacen anteponiendo a todo, las satisfacciones del espíritu.
Al escribir estas líneas y reunir el material necesario, tuve la infinita suerte de hallar los jalones, los hitos, las fecha, los actores, que la hicieron literalmente breve, esquematizada, concisa.
Y, ante cada hallazgo, sentí emoción en lo más íntimo, admiración sostenida, porque hay en ella, en cada acta, en cada resolución, en cada paso que se daba hacia el mañana, desde el primer día y junto con el alumbramiento de la idea, esa calidez, ese amor, esa fé sin los cuales es imposible una gran gesta.
Noble, la visión del futuro, para que, en un tiempo que la patria recorría los primeros pasos deportivos, con la creación de los primeros Clubs, aquellos señores iniciaban este, el primero en su género, en una República que aún no había cumplido cien años.
Fecunda y crecida la imaginación, para la compleja tarea de organizar, construir y poner en marcha, de la nada, y sobreponiéndose a todas las adversidades, una institución excepcional en el mundo.
Sin duda que aquellos hombres, ni pertenecían al mundo de los indiferentes, obscuro y egoísta, ni al de los mediocres, pálido e inerte.
Como que eran pescadores, y como tales amantes inveterados de los fenómenos de la intemperie, supieron convertir las primeras frustaciones en resonantes victorias, y , trazando las rectas ideales, las siguieron con fidelidad extrema.
Dieron así, el romántico y formidable magisterio de su ejemplo.
Guiaron, con espíritu lazarillo y maravillosa substancia humana, las condiciones germinales del Club.
Eran horas de aventura, de desafío, de esperanza.
Están impresos los calendarios, y marcados en ellos, los fastos y los infortunios de esas luchas.
Nadie, rindió jamás los brazos, y tuvieron altísima valoración cualitativa las esencias creadoras.
Más tarde, cuando apareció aquella gran personalidad que fue el Dr. Nario – aquel solemne rostro taciturno cuyo recuerdo conservo borroneado por mi niñez de entonces—pone énfasis a la gran cruzada de hacer esta casa y este muelle, avanzadas en el Mar Dulce. Alli, las afinidades instintivas de sus consocios ponen calor a la anécdota, y pasión tumultuosa al justo deseo de crecer.
La faena histórica recoge todo esto, sin inventario ni discriminación, porque viene vocacionada del ayer y trae en su vientre el engendro del mañana. Esta mañana, para nosotros es hoy.
Han pasado los tiempos .
Esta casa y este muelle son ahora, diríamos, el monumento y símbolo de esa riqueza de pasados.
En ella, en el, mientras braman y silban los vientos, entre la eterna resonancia del oleaje, a veces pareciera que se escucha el eco del pasado triunfador de los actores de esa historia. . .
Qusiéramos, en este esfuerzo llegar a todos. En especial, a los socios más recientes. Para que , al conocer esta historia aprendan a quererla. No se han hecho socios de un Club cualquiera. . .
Deberán advertir sus condiciones distintas.
Esta historia, esa vocación que la hizo posible, deben convertirse para todos en una religión que la proteja de los grandes males de la sociedad actual.
Que se transmita a los hijos, a los nietos, a través de ese Club del Niño Pescador que es la fragua del futuro.
Para que todos estos recuerdos nos sobrevivan a todos, así sea.
Joaquín Rocca Rivarola
Presidente del Club de Pescadores en el período 1981-1996